La otra vez lleve a Joaquin al otorrinolaringólogo para que le hagan unos exámenes al oído que me recomendó una amiga. Es importante porque muchas veces no escuchan bien y esto les puede traer problemas para hablar y comunicarse. Por suerte salió todo bien.
Les describo la imagen El médico sentado atrás de su escritorio y yo sentada en el piso con Joaquin, estirando el cuello para poder verlo a detrás del escritorio. Habíamos esperado casi una hora en la sala de espera… cuando Joaco entró y vio los tres juguetes viejitos y rotos del consultorio no quiso despegarse.  Normalmente lo hubiera dejado solo pero había un ventilador y cables que me ponían nerviosa. Entre que jugaba con Joaquin y le hacia todas las preguntas pertinentes al doctor… Intentando no olvidarme nada y con todos los sentidos totalmente alertas. Este interrumpe la charla y me dice: “Se nota que eres una buena mamá, hoy en día pocas vienen solas a las consultas y menos aún las atiendo desde el piso”. “Gracias! “ Respondí sacando pecho, me encantó recibir un elogio de un perfecto extraño, que en solo 15 minutos de conocernos pudo sacar una opinión y lo más lindo de todo es que la compartió conmigo y me hizo feliz.
Las mamás no tenemos un jefe que nos felicita cuando hacemos las cosas bien, ni objetivos mensuales de facturación que nos permiten medir los resultados. Nosotras improvisamos y muchas veces no sabemos si lo estamos haciendo bien pero nos basta con saber que todo lo hacemos con muchísimo amor y lo mejor que podemos. Siempre viene bien una palmadita en la espalda que reivindica que estas haciendo un buen trabajo no creen?
 
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