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Hace poco vi una película en el cine que me encantó, se llama “Sin hijos” es Argentina, buenísima se las recomiendo. Les aseguro que te matas de la risa, te desconectas, te relajas y la pasas bien; justo lo que busco en mis salidas sin hijos. Me quedé pensando en muchas cosas luego de ver esta película, sobre todo en lo que mencionaba una de las protagonistas que la vida con hijos es como una prisión y que por eso ella decidió no tener hijos.

Hoy en día no es tan poco común conocer mujeres que afirman no querer tener hijos. Lo dicen con convicción y a pesar de que se sienten juzgadas, finalmente es una decisión respetable como cualquier otra. Yo no juzgo y hasta admiro la valentía de las que lo admiten porque de hecho que la sociedad mete presión. Pero para mi una mujer que tiene la oportunidad no se puede quedar sin la experiencia de ser mamá. Siento que es como que te ofrezcan un regalo increíble y tu prefieras no aceptarlo. (Es mi humilde opinión).

Es cierto que al tener hijos entras en una especie de “prisión” en donde tu tiempo deja de ser tuyo, tu vida empieza a girar en torno de tus hijos, sus horarios, sus siestas, sus actividades. Sacrificas hacer ciertas cosas que a ti te gustaría hacer con tal de que ellos estén felices, lo pasen bien y no se aburran. Suena un poco bajón, pero si miras el vaso medio lleno entiendes porque es tan gratificante esto de ser mamá. La felicidad de nuestros hijos es nuestra felicidad, cada uno de sus logros también es un logro nuestro, ya que es fruto de nuestro esfuerzo, amor y dedicación.

Cada sonrisa, beso o abrazo que nos dan hacen que todas nuestras noches sin dormir valgan la pena. Siendo mamá aprendes algo nuevo todos los días y tus prioridades cambian. Yo he aprendido que todo se puede limpiar o arreglar, a ir al baño con audiencia, a narrar e inventarme los mejores cuentos, a volver a jugar como niña, a pensar en otros antes que en mi y a convertir lagrimas en sonrisas.

La experiencia de ser mamá es algo totalmente mágico, es alucinante pensar que dentro nuestro crece una vida, una célula termina siendo una personita, a la cual sientes y amas aún sin conocerla. El amor de una mamá no tiene límites ni barreras, es el sentimiento más intenso que he vivido y no lo puedo comparar con absolutamente nada.

Sentirte indispensable y única para tus hijos es demandante y agotador pero a la vez es gratificante y súper enriquecedor. Los niños son inocentes, puros, transparentes y auténticos, al igual que el amor que te dan.

Te lo pueden contar y lo puedes ver, pero es algo que solo entiendes al ser mamá. Ser madre lo cambia todo, cambia tu vida y tu perspectiva de ella, pero una vez que lo vives no querrás volver a tu vida anterior y es por eso que yo pienso que si tiene la oportunidad, una mujer no se puede quedar sin vivir la experiencia de ser mamá.

Fotografía gracias a Adriana Kouri

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Escrito por kiki

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