Las pataletas son una etapa y parte del crecimiento de cualquier bebe. Aparecen en un momento en que aun no se pueden comunicar bien ni identificar o expresar bien sus sentimientos. La frustración de no poder hacer lo que ellos quieren ni comunicarse bien los lleva a hacer una pataleta, berrinche o rabieta (como lo quieran llamar) con el fin de lograr lo que quieren. Todas convivimos con ellas algunas con más intensidad que otras porque depende de cada niño, pero a todas nos desesperan y ponen los pelos de punta ¿si o no?

Tuve una época en que Joaquin me empezó a hacer pataleta por todo, pero por todo no aceptaba que le dijera no a nada porque venia el berrinche. Fue justo un par de meses después de que nació Olivia, obviamente no estaba pasando por el mejor momento de su vida (pobre).  El tenía 2 años y 3 meses y sino se salía con la suya empezaba el berrinche. Si le decías que no a algo que el quería, empezaba la guerra. El pobre terminaba tan agotado y desgastado que parecía que había corrido una maratón después de su pataleta. Sé que el no estaba en un buen momento pero realmente con el cansancio teniendo una recién nacida y viviendo con un adolescente de dos años, las pataletas eran lo último que me faltaba. Dios mío pensaba… ¿Por qué me esta pasando esto a mi? ¡Me quiero matar!  (Dentro mío solo repetía Paciencia y buen humor, paciencia y buen humor, paciencia y buen humor… como me decía mi miss de mate cuando no me salía el problema).

Pero un día se me ocurrió algo y la verdad que desde que lo hice hubo un antes y después en las pataletas de Joaco, se redujeron notablemente. No he leído del tema, ni sé si lo recomiendan los psicólogos pero yo lo hice porque se me ocurrió y además había visto una propaganda buenísima que me inspiro. Mas abajo se las comparto ;). Estábamos viendo tele y le pedí a Joaco el control remoto, el no me lo quiso dar y pensé si fuera al revés me estaría haciendo una pataleta horrible porque no se lo doy. Así que después del tercer «No» que me dijo me puse en su plan. Hice mi pataleta me tiré al suelo y gritando empecé a patalear y golpear el piso con las manos gritando y llorando. El se quedo en shock. Literalmente tenía la boquita abierta y me miraba totalmente quieto. Yo solo gritaba, «lloraba» y me desahogaba, que bien se sentía hacer una pataleta! (La aproveché al máximo.) Cuando me calmé Joaquin paradito me entregó el control sin palabras. Yo le dije: ¿viste que feo? ¿Como me puse porque no me querías dar el control? ¿Te pareció bonito? ¿Te parece que está bien hacer eso? Y el me contestó “Noooo”.

Después de mi pataleta se acabaron los berrinches en mi casa. Tampoco te voy a decir que nunca pasan porque seria mentirte pero ya no por cualquier cosa y en menor grado, con menor duración. Ahora son más como quejas por no dejarlo hacer lo que el que el quiere pero ya no por todo ni tan desesperantes. Las pataletas son agotadoras, más si ocurren varias por día, pero no debemos tenerles miedo ni tampoco ignorarlas. Hay que acompañarlos hasta que se calmen y luego explicarles de forma concisa y sin gritar porque no se puede hacer eso que ellos quieren. Si algún día estas con ganas de desahogarte, defogar y liberarte hasta puedes hacer tu propia pataleta 😉 Las mamás también hacemos pataletas o al menos queremos hacerlas de vez en cuando ¿no?

Les dejo el comercial del cual les hablé, sorry pero no lo conseguí con subtítulos.

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Escrito por kiki

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